Candido Perez

La Despedida del Cid en San Pedro Cardeña

La Despedida del Cid Monasterio de San Pedro Cardeña
Óleo 2.00x3.38 mtrs

Realizar unas pinturas murales es siempre un reto para el artista; su dificultad deriva de múltiples factores: situación, tamaño, superficie(en este caso rectangular vertical) y del tema impuesto con los elementos obligatorios que éste debe llevar, dados por quienes encargan la obra, y los propios del tema. En la despedida de El Cid a doña Jimena, obligados eran: El Cid, doña Jimena, ambas hijas, San Sisebuto Abad de Cardeña, Babieca, la propia Abadía y el momento de la despedida...En un plano horizontal ya es dificultoso, pero meter todos estos personajes en una superficie vertical y que no se queden solos, componiendo un grupo coherente que comunique al espectador la emotividad que el tema requiere, hace que el esfuerzo y el ingenio se deban multiplicar.

Despedida de El Cid a doña Jimena

Desde un principio deseché un ballet de figuras con múltiples gestos y expresiones, y me planteé la composición como un grupo homogéneo donde todos los personajes del drama respirasen la misma atmósfera viviendo el momento con igual intensidad.
La disposición de los personajes protagonistas: El Cid, doña Jimena e hijas, debían presidir la obra conformando una mandona o rombo central que concentrase toda la energía comunicativa de la obra; en el interior de esta mandorla conseguí componer una cruz configurada por el personaje de doña Jimena con su velo en cascada (tramo vertical) y los brazos de las niñas abrazando a sus padres (tramo horizontal); una cruz que el protagonista del drama, El Cid, abraza.
Marchar al destierro sin poder llevarse la familia es la cruz y el calvario del héroe ("y se separaron como uña de la carne").
Quise que la composición se representara de una manera frontal, densa, sólida y homogénea, como si se tratara de un grupo escultórico en el que todos los personajes principales miran al espectador (excepto doña Jimena que está de espaldas) e interrogan con su mirada lo injusto de tal situación. Las niñas recién levantadas de la cama, una con gesto de enfado y orgullo, y la pequeña con cara de inocente. San Sisebuto mirándose al interior con cara pensativa preocupado por su responsabilidad al hacerse cargo de la familia de su amigo. Alvar Fáñez Minaya sujetando el escudo, mira el horizonte interrogándose por su destino. El Cid con los ojos húmedos por su dolor, sin perder la entereza, muestra su lado humano. Doña Jimena abraza a su esposo elegantemente vestida para que éste se lleve una imagen atractiva de ella. Todos viviendo el último segundo, ese segundo gélido en el que, en toda despedida, toca soltar el abrazo y marchar, justamente "cuando los gallos cantan albores".

CANDIDO PEREZ

La Jura de Santa Gadea de Cándido Pérez

Jura de Santa Gadea
Óleo 2.00x3.38 mtrs

En Santa Gadea de Burgos Do juran los fijosdalgo
Le toma jura a Alfonso
Por la muerte de su hermano Tomábasela el buen Cid
Ese buen Cid castellano Sobre un cerrojo de hierro
Y una ballesta de palo
Y con unos evangelios
Y un crucifijo en la mano.

Cuando leí estos versos en un romancero de El Cid que Antonio L. Bouza me regaló en edición bilingüe ( castellano checo ) editada por el grupo de empresas Arranz Acinas, no dudé en elegir esta escena, tan bien descrita, como guía para mi jura de Santa Gadea.
Después de varios estudios con los personajes de Alfonso VI y el Cid rodeados de testigos varios, decidí, en contraposición a la escena de la despedida, situar únicamente al Rey y al Cid que dominaran con su sola presencia, de una forma rotunda, el acto de jurar, situando a los testigos fuera de la propia pintura, o sea que los espectadores se convirtieran así en los testigos de la jura, quedando de esta manera involucrados en la propia obra.
El Rey, sin corona, en actitud de arrodillarse para proceder al juramento asiendo e crucifijo, es contemplado por el Cid que le sujeta los Evangelios en una actitud firme pero no amenazante; de ahí el colocar la mano en posición de reposo sobre el pomo de la espada y no en la empuñadura. El cerrojo y la ballesta que aparecen en el suelo, y la corona sobre un cojín a un lado del altar nos explica que, hasta que no finalice el acto de la Jura, no será considerado por El Cid (cuya presencia impregna toda la capilla) como su rey y soberano.
Coronando la escena, un pendón cruzado de similares dimensiones y forma que el pendón de Castilla que corona la despedida de El Cid a doña Jimena, dan unidad decorativa a los dos murales situados a ambos lados del retablo.

Cándido Pérez

Inaguración de los Cuadros del Cid en San Pedro Cardeña

El Monasterio de San Pedro de Cardeña acoge desde ayer dos pinturas murales de temática cidiana.
El artista burgalés Cándido Pérez es el autor de este encargo realizado por la Comunidad Cisterciense.
«La despedida» y «La jura de Santa Gadea» son las dos obras que fueron encargadas con motivo de la celebración hace tres años del IX Centenario de la muerte de El Cid.

El Monasterio de San Pedro de Cardeña se vistió de estreno. Dos pinturas murales, obras del pintor burgalés Cándido Pérez Palma, lucen desde ayer en las paredes de la capilla de El Cid, también conocida como de San Sisebuto.
Los lienzos son el «fruto tardío» de un encargo concebido por la Comunidad Cisterciense del Monasterio con motivo de la celebración del IX centenario de la muerte de El Cid hace tres años.

En un acto sencillo y solemne, se descubrieron al público las obras en las que Cándido Pérez ha estado trabajando durante más de cuatro meses en el interior del monasterio. En dicho acto se encontraban Marcos García Díez, Abad del Monasterio de San Pedro de Cardeña; Santiago Martínez Acebes, arzobispo de Burgos; Enrique Trigueros, abad del Monasterio de Dueñas (Palencia); y como invitado Juan Carlos Aparicio, ministro de Trabajo y Asuntos Sociales.

La presentación de estos cuadros comenzó con unas breves palabras del abad del Monasterio de San Pedro de Cardeña, quien explicó a todos los presentes lo que dichas obras pretendían trasmitir: «Queríamos legar a las posteridad un 'nuevo' Cid que manifestase los valores del héroe castellano: familia, valor, religiosidad… Cooperar a que los valores de los hombres de Castilla sean conocidos fuera y dentro de España».

Inaguración de los Cuadros del Cid en San Pedro Cardeña por Juan Carlos Aparicio

ICONOGRAFÍA CIDIANA

Expresando su deseo de que los monumentales lienzos pasaran a engrandecer la iconografía cidiana, el abad de San Pedro de Cardeña, invitó al arzobispo de Burgos, Santiago Martínez Acebes, a que descubriera los lienzos. En ese momento, la capilla se llenó de color. A la izquierda, se encontraba un cuadro que representaba «La jura de Santa Gadea» y, a la derecha, «La despedida».

El artista Cándido Pérez tomó la palabra y agradeció a los monjes su hospitalidad durante los cuatro meses que ha tardado en plasmar dichas obras. «Me han tratado mejor que en mi casan», dijo. Asimismo, dio las gracias también a la alcaldesa de Oña, Berta Tricío, que le prestara los trajes del Cronicón para poder hacer un estudio de las luces y los colores.

Posteriormente, el pintor burgalés hizo una exhaustiva explicación de cada uno de los cuadros. Fue todo un lujo para los presentes escuchar de primera mano el proceso que este artista había seguido para crear estas monumentales obras y que ha finalizado con la aportación con la que todo espectador ha contribuido al verlas. Por los comentarios que se oían debieron gustar mucho a los presentes.

Finalizada la explicación, intervino brevemente Juan Carlos Aparicio. «Las imágenes valen más que mil palabras como muestra esta obra de gran envergadura», manifestó.

Por otro lado, dentro de la capilla también se exhiben los pequeños bocetos en los que Cándido Pérez ha ensayado esta gran obra que sin lugar a dudas y, encontrándose en ese marco incomparable, pasará a ser un testimonio importante dentro de todas las manifestaciones artísticas relacionadas con Rodrigo Díaz de Vivar.

Un trabajo con muchos matices

«Quería que todos vivieran con la misma intensidad el momento de la despedida». Con estas palabras, Cándido Pérez explica por qué ha plasmado de esa manera el momento en el que El Cid se despide de su mujer, Jimena, y de sus hijas, E1vira y Sol, para partir hacia el destierro. En la despedida se encuentran también per¬sonajes que no podían faltar en ese momento de la vida de El Cid. Está el abad, San Sisebuto, Alvar Fáñez y su caballo, Babieca, los personajes no están en un «ballet», donde cada persona hace una cosa distinta, todos están viviendo con la misma intensidad y dramatismo el mismo momento.
«Son como un grupo escultórico, no están dispersos. En este lienzo, todos esos personajes participan de un momento dramático», matiza.
El pintor, tal y como describe el Poema de Mio Cid, sitúa la acción al amanecer y lo plasma en el cuadro. Además, para ello cuenta con la complicidad de la luz que entra en la capilla, fenómeno con el que contó desde el primer momento para que sus pinturas fuesen vistas en su mayor esplendor. Pero hay otro detalle, el marcado matiz religioso de la obra, el velo de doña Jimena y las manos de las niñas forman una cruz, No es, el único, hay más pero son para ser vistos y observados detenidamente.

En «La jura de Santa Gadea», únicamente dos personajes: El Cid y Alfonso VI. Según se manifiesta en los bocetos expuestos, pensó en incluir más, pero al final optó por los protagonistas.

Inaguración de los Cuadros del Cid en San Pedro Cardeña

1. Vista general de la capilla de El Cid con las dos obras descubiertas. De izda. a dcha., Santiago Martínez Acebes, Marcos García Diez, Enrique Trigueros, juan Carlos Aparicio y Cándido Pérez. 2. Momento en el que las autoridades asistentes salen del monasterio. 3. Detalle del lienzo «la despedida», en el que claramente se ve al conjunto de personajes que comparten una misma emoción.

ENTREVISTA

Nueva figuración, expresionismo o pintura abstracta son algunas de las corrientes con las que ha experimentado este burgalés. Sin embargo, Cándido Pérez (1951) se define ante todo como un pintor realista y así lo demuestra en su último trabajo que ayer se inauguró en el Monasterio de Cardeña: dos lienzos de grandes dimensiones de naturaleza cidiana.
¿Qué es lo que ha plasmado en los cuadros?
La pintura es más para verla que para explicarla, Soy un pintor realista. Creo que he tenido este encargo por eso, puesto que necesitaban que fuera un cuadro narrativo y, eso, solo lo podemos hacer los pintores realistas.
¿Cuáles son los detalles que no debe perder de vista el espectador?
En un lado, tenemos la despedida y, en otro, la jura de Santa Gadea. La despedida es porque tuvo relación con este monasterio. He tratado de documentarme sobre toda la iconografía que habían realizado mis predecesores sobre este tema y hacer una despedida totalmente distinta a todo lo visto.
Esta obra consta de dos murales, ¿habitualmente hace trabajos de estas dimensiones?
No soy un pintor de murales. Pinto lo que me manden pintar. Yo llegué al arte por mis facultades innatas para el dibujo. También he tocado otras facetas del arte como nueva figuración, pintura abstracta estructural, expresionismo... pero al final uno siempre vuelve a las raíces. Yo no quise anular mi facilidad para el dibujo y he desarrollado mi trabajo dentro de esa facilidad.
¿Cuándo recibió este encargo?
Recibí este proyecto hace un año y medio. A principios de verano, ya tenía hechos los bocetos. Se los enseñé a los monjes y quedaron encantados. El 6 de agosto me encerré en esa capilla y basta el 29 de noviembre no salí de allí.
¿Cómo fue la vida dentro de este monasterio?
Una experiencia estupenda. He tenido mucho sosiego. Era una delicia el estar pintando y oírles cantar salmos.

Extraído de un articulo publicado en el Diario de Burgos 2002-03-10, escrito por Mónica Esteban, foto de Jesus J. Matias

Inaguración de los Cuadros del Cid en San Pedro Cardeña

San Pedro de Cardeña recuerda la figura del Cid con dos lienzos
La capilla del Cid luce desde ayer dos cuadros, realizados, por el artista burqalés Cándido Pérez, en los que se representa el destierro y la jura de Santa Gadea.
El ministro de trabajo y Asuntos Sociales, Juan Canos Aparicio, presidió el acto.

El monasterio de San Pedro de Cardeña quiso rendir un homenaje a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, una figura histórica que tiene una vinculación especial con este lugar, ya que allí inició el camino de su destierro.
El monasterio burgalés se sumó a todas las iniciativas que han recordado la muerte del Cid, hace 900 años. Aunque la celebración del IX centenario fue en 1999, casi tres años después su manera de rendir culto a esta figura castellana se ha traducido en un par de lienzos que desde ayer cuelgan en la Capilla del Cid. Los dos cuadros son obra del pintor burgalés Cándido Pérez, fruto de tres meses de intenso trabajo en el propio monasterio y que han dado como resultado dos lienzos de gran formato.

La inauguración de los dos cuadros contó con la presencia del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Juan Carlos Aparicio, y del arzobispo de Burgos, Santiago Martínez Acebes. El abad del monasterio de San Pedro de Cardeña, Marcos García Gómez, recordó que este homenaje es el fruto tardío del centenario de la muerte del Cid». García Gómez señaló que el encargo que se le hizo a Cándido Pérez tenía como objetivo conseguir un recuerdo más perdurable de la figura del caballero castellano. «Queríamos legar a la posteridad un nuevo Cid en el que se congregaran valores como la religiosidad, la fidelidad, la ternura y el valor», destacó el abad, quien terminó su presentación con un deseo: «Esperemos que estos cuadros marquen un hito en la iconografía cidiana».

Inaguración de los Cuadros del Cid en San Pedro Cardeña

Tres meses de intensa tarea

El autor, Cándido Pérez, explicó a continuación las dos obras, que tratan sobre la despedida del Cid de su familia antes de partir hacia el destierro, y sobre la jura de Santa Gadea de Álfonso VI de León.

En 'La despedida', Cándido Pérez quiso reflejar la estrecha vinculación que mantiene el monasterio de San Pedro de Cardeña con el destierro del Cid, «un momento gélido y dramático, en palabras del autor, En la Imagen aparece el Cid abrazando a su esposa, Jímena, y a sus dos hijas, junto a él están el abad del monasterto, San Sisebuto, y Alvar Fáñez.

En el segundo lienzo, 'La Jura de Santa Gadea', aparecen el que será futuro rey, Alfonso VI, y el Cid, en el momento previo al juramento. El ministro burgalés destacó la importancia para la historia castellana de los momentos reflejados por el pincel de Cándido Pérez.

Cándido Perez ha realizado un duro trabajo para dar forma a los deseos de los monjes de San Pedro Cardeña. Este pintor burgalés, nacido en 1951 y criado y educado en Oña, recibió el encargo de pintar los dos lienzos hace un año y medio. En primavera del pasado año empezó a realizar los primeros bocetos y los trabajos previos. EI 6 de agosto se puso manos a la obra y terminó el 29 de noviembre. Durante ese periodo de tiempo el pintor vivió en el monasterio, rodeado de un sosiego que, según destacó el propio autor, le ayudó a sobrellevar las intensas jornadas, que comenzaban con el alba y terminaban a las diez de la noche.

Extraído de un articulo publicado por El Correo de Burgos escrito por M. R. el 10 Marzo 2002, Fotografias de Rodrigo Macho.

Inaguración de los Cuadros del Cid en San Pedro Cardeña

La “Jura de Santa Gadea” y la “Despedida del Cid Campeador” son las dos obras que el artista de Barcina de los Montes ha dejado para la historia en la propia capilla cidiana de Cardeña.

Estas obras permanecerán en la historia y verán pasar distintas generaciones en el santuario del Cid en Burgos.

En el Monasterio cisterciense de San Pedro de Cardeña se encuentra la capilla de El Cid Campeador y a izquierda y derecha del Cristo central el artista burgalés Cándido Pérez Palma ha dejado plasmado, con una gran pintura, su visión particular de las dos escenas más destacadas en la vida del legendario personaje castellano.

La pintura de los dos cuadros se ha realizado de forma íntegra en la capilla, desde las 09.30 h. a 14.00 h. y de 15.30 hasta las 21.45 h. entre agosto de 2001 hasta noviembre. El artista define de una forma particular los personajes, "La cara del Cid ha sido puro ejercicio. En la despedida, la cara de Álvar Fáñez es la del monje José Mari, que está en la tienda. San Sibebuto es inventada, está mi autorretrato en un margen. Y la niña que posó es la misma con el único cambio de cara", afirmó.

Cándido relata cómo pintó al Cid en la Jura de Santa Gadea: "Si juras en falso astures te maten y que no sean castellanos, con cuchillos cachicuernos que no ten¬gan mangos dorados. Que calcen abracas y no zapatos de cuero y brocados" recitaba Cándido re¬cordando el Romancero.

Acerca de la despedida del Cid, Cándido relataba que "cerrado está el mesón a piedra y lodo, nadie responde al pomo de la espada y al cuentos de las picas el postigo va a ceder. Quema el sol, el aire abrasa, a los terribles golpes de eco ronco una voz pura de plata y de cristal responde, hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral. ¡En marcha! El ciego sol, la sed y la fatiga por la terrible estepa castellana al destierro con doce de los suyos, polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga". Así definió Cándido unos cuadros que deja para la posteridad con cariño, trabajo y una continua lectura sobre El Cid Campeador.

Extraído de un articulo publicado en Gente de Burgos escrito por José Luis López en Marzo 2002.

El Cid y la Cruz de Caravaca, en San Pedro de Cardeña

El monasterio de San Pedro de Cardeña ha encargado recientemente dos grandes cuadros para dejar terminada la «Capilla Cidiana», que es la sala donde se encuentran las sepulturas originales del Cid y de doña Jimena, así como donde se hallan también enterrados todos los personajes del poema del «Mío Cid» y los :familiares, tanto del Cid como de doña Jimena.

Los cuadros miden 3,80 de alto por dos metros de ancho, y cuando estén terminados serán conocidos por: «Despedida del Cid a doña Jimena en el momento de salir para el exilio» y «La jura de Santa Cadea». Su autor, Cándido Pérez Palma uno de los mejores y más cotizados pintores contemporáneos, es un amigo de Murcia y un devoto de la Cruz de Caravaca, Nacido en Barcina de los Montes, provincia de Burgos, y afincado en La Coruña desde el año 1986, tiene en su haber numerosos premios y distinciones, entre los que cabe destacar por su importancia, el primer premio de la «Famiglia Artisrica Inrernazionale», en Roma; Medalla al Mérito Artístico del Ministerio de Educación, y el primer premio en el «II Concurso Nacional de Grabado Ciudad de Burgos».

La curiosidad de esta noticia está en que el pintor, según confiesa él mismo, no sabía cómo ubicar a los numerosos personajes del cuadro llamado «Despedida del Cid a doña Jimena en el momento de salir para el exilio». Y parece ser que, después de mucho pensar y pensar, al mirar la Cruz de Caravaca, comenzó a verlo muy claro.

VOCES DE NUESTRA TIERRA ha entrevistado al pintor en el monasterio de San Pedro de Cardeña, donde actualmente trabaja, para saber de sus propias palabras qué ocurrió entre el, el lienzo y la Cruz de Caravaca,

VOCES. ¿De qué forma le ayudó la Cruz de Caravaca a resolver el conflicto de la colocación de los personajes en el cuadro?

Cándido. Estuve bastante tiempo pensando de qué forma iba a instalar el grupo y no daba con la solución. Un conjunto armónico da brillantez a una obra, pero si está desparramado, el cuadro queda descompensado. Le tengo mucha fe a La Cruz de Caravaca. Y no supe qué hacer con el lienzo hasta que la tuve entre mis manos. Entonces fue cuando se me abrió la mente. El grupo, para estar centrado y unificado, tendría que ser representado por la misma Cruz de Caravaca. Hice un boceto y todos los personajes quedaban exactamente en el centro. Habla encontrado la solución.

VOCES. Explíquenos ese misterio.

Cándido. Pues mire -dice mientras me lleva hacia el cuadro-, doña Jimena, que está de espaldas, al abrazar a su marido, simboliza el brazo vertical de la Cruz; las cabezas de las dos hijas representan el madero horizontal de abajo, y al mismo tiempo, sus cuerpos personifican a los dos ángeles que sostienen la cruz; el caballero don Albar Fañez, que está a la izquierda del Cid, y San Sisebuto, que está a la derecha, representan la madera horizontal superior de la Cruz. Siendo la persona del Cid, que está a punto de romper en lágrimas, la rica caja que guarda el “Lignum Crucis”

VOCES. ¿Dónde estudió pintura?

Cándido. Obtuve una beca y elegí estudiar en la Accademia di Belle Arti di Roma, en San Luca, Italia, Estuve allí desde el año 1971 hasta el 1974.

VOCES. ¿Le debe a alguien haber llegado tan alto?

Cándido. Cuando llegas a algún sitio es debido siempre a tu propio esfuerzo. No obstante, sí tengo un recuerdo muy agradable de una maestra que yo tuve en mi pueblo cuando yo era pequeño. Nunca fui en clase de los primeros. Las letras que nos hacían aprender no me entraban muy bien, la única que aprendí y que era el primero en decir, fue la X. La maestra, en vez de desanimarme o reñirme, me alentaba. Un día me tocó hacer un dibujo en la pizarra, y quedó tan agradada de él, que desde entonces yo era el que siempre hacia los dibujos. Ella me alentó y me ayudó a seguir por el camino de la pintura. Ahora, siempre que voy por mi pueblo, paso por el cementerio para llevarle flores.

Extraído de un articulo publicado en Voces de Nuestra Tierra (Murcia) escrito por T. Gratia en Diciembre 2001.