El Monasterio de San Pedro de Cardeña acoge desde ayer dos pinturas murales de temática cidiana.
El artista burgalés Cándido Pérez es el autor de este encargo realizado por la Comunidad Cisterciense.
«La despedida» y «La jura de Santa Gadea» son las dos obras que fueron encargadas con motivo de la celebración hace tres años del IX Centenario de la muerte de El Cid.
El Monasterio de San Pedro de Cardeña se vistió de estreno. Dos pinturas murales, obras del pintor burgalés Cándido Pérez Palma, lucen desde ayer en las paredes de la capilla de El Cid, también conocida como de San Sisebuto.
Los lienzos son el «fruto tardío» de un encargo concebido por la Comunidad Cisterciense del Monasterio con motivo de la celebración del IX centenario de la muerte de El Cid hace tres años.
En un acto sencillo y solemne, se descubrieron al público las obras en las que Cándido Pérez ha estado trabajando durante más de cuatro meses en el interior del monasterio.
En dicho acto se encontraban Marcos García Díez, Abad del Monasterio de San Pedro de Cardeña; Santiago Martínez Acebes, arzobispo de Burgos; Enrique Trigueros, abad del Monasterio de Dueñas (Palencia); y como invitado Juan Carlos Aparicio, ministro de Trabajo y Asuntos Sociales.
La presentación de estos cuadros comenzó con unas breves palabras del abad del Monasterio de San Pedro de Cardeña, quien explicó a todos los presentes lo que dichas obras pretendían trasmitir:
«Queríamos legar a las posteridad un 'nuevo' Cid que manifestase los valores del héroe castellano: familia, valor, religiosidad… Cooperar a que los valores de los hombres de Castilla sean conocidos fuera y dentro de España».
ICONOGRAFÍA CIDIANA
Expresando su deseo de que los monumentales lienzos pasaran a engrandecer la iconografía cidiana, el abad de San Pedro de Cardeña, invitó al arzobispo de Burgos, Santiago Martínez Acebes, a que descubriera los lienzos. En ese momento, la capilla se llenó de color. A la izquierda, se encontraba un cuadro que representaba «La jura de Santa Gadea» y, a la derecha, «La despedida».
El artista Cándido Pérez tomó la palabra y agradeció a los monjes su hospitalidad durante los cuatro meses que ha tardado en plasmar dichas obras.
«Me han tratado mejor que en mi casan», dijo. Asimismo, dio las gracias también a la alcaldesa de Oña, Berta Tricío, que le prestara los trajes del Cronicón para poder hacer un estudio de las luces y los colores.
Posteriormente, el pintor burgalés hizo una exhaustiva explicación de cada uno de los cuadros. Fue todo un lujo para los presentes escuchar de primera mano el proceso que este artista había seguido para crear estas monumentales obras y que ha finalizado con la aportación con la que todo espectador ha contribuido al verlas. Por los comentarios que se oían debieron gustar mucho a los presentes.
Finalizada la explicación, intervino brevemente Juan Carlos Aparicio. «Las imágenes valen más que mil palabras como muestra esta obra de gran envergadura», manifestó.
Por otro lado, dentro de la capilla también se exhiben los pequeños bocetos en los que Cándido Pérez ha ensayado esta gran obra que sin lugar a dudas y, encontrándose en ese marco incomparable, pasará a ser un testimonio importante dentro de todas las manifestaciones artísticas relacionadas con Rodrigo Díaz de Vivar.
Un trabajo con muchos matices
«Quería que todos vivieran con la misma intensidad el momento de la despedida». Con estas palabras, Cándido Pérez explica por qué ha plasmado de esa manera el momento en el que El Cid se despide de su mujer, Jimena, y de sus hijas, E1vira y Sol, para partir hacia el destierro. En la despedida se encuentran también per¬sonajes que no podían faltar en ese momento de la vida de El Cid. Está el abad, San Sisebuto, Alvar Fáñez y su caballo, Babieca, los personajes no están en un «ballet», donde cada persona hace una cosa distinta, todos están viviendo con la misma intensidad y dramatismo el mismo momento.
«Son como un grupo escultórico, no están dispersos. En este lienzo, todos esos personajes participan de un momento dramático», matiza.
El pintor, tal y como describe el Poema de Mio Cid, sitúa la acción al amanecer y lo plasma en el cuadro. Además, para ello cuenta con la complicidad de la luz que entra en la capilla, fenómeno con el que contó desde el primer momento para que sus pinturas fuesen vistas en su mayor esplendor. Pero hay otro detalle, el marcado matiz religioso de la obra, el velo de doña Jimena y las manos de las niñas forman una cruz, No es, el único, hay más pero son para ser vistos y observados detenidamente.
En «La jura de Santa Gadea», únicamente dos personajes: El Cid y Alfonso VI. Según se manifiesta en los bocetos expuestos, pensó en incluir más, pero al final optó por los protagonistas.
1. Vista general de la capilla de El Cid con las dos obras descubiertas. De izda. a dcha., Santiago Martínez Acebes, Marcos García Diez, Enrique Trigueros, juan Carlos Aparicio y Cándido Pérez. 2. Momento en el que las autoridades asistentes salen del monasterio. 3. Detalle del lienzo «la despedida», en el que claramente se ve al conjunto de personajes que comparten una misma emoción.
ENTREVISTA
Nueva figuración, expresionismo o pintura abstracta son algunas de las corrientes con las que ha experimentado este burgalés. Sin embargo, Cándido Pérez (1951) se define ante todo como un pintor realista y así lo demuestra en su último trabajo que ayer se inauguró en el Monasterio de Cardeña: dos lienzos de grandes dimensiones de naturaleza cidiana.
¿Qué es lo que ha plasmado en los cuadros?
La pintura es más para verla que para explicarla, Soy un pintor realista. Creo que he tenido este encargo por eso, puesto que necesitaban que fuera un cuadro narrativo y, eso, solo lo podemos hacer los pintores realistas.
¿Cuáles son los detalles que no debe perder de vista el espectador?
En un lado, tenemos la despedida y, en otro, la jura de Santa Gadea. La despedida es porque tuvo relación con este monasterio. He tratado de documentarme sobre toda la iconografía que habían realizado mis predecesores sobre este tema y hacer una despedida totalmente distinta a todo lo visto.
Esta obra consta de dos murales, ¿habitualmente hace trabajos de estas dimensiones?
No soy un pintor de murales. Pinto lo que me manden pintar. Yo llegué al arte por mis facultades innatas para el dibujo. También he tocado otras facetas del arte como nueva figuración, pintura abstracta estructural, expresionismo... pero al final uno siempre vuelve a las raíces. Yo no quise anular mi facilidad para el dibujo y he desarrollado mi trabajo dentro de esa facilidad.
¿Cuándo recibió este encargo?
Recibí este proyecto hace un año y medio. A principios de verano, ya tenía hechos los bocetos. Se los enseñé a los monjes y quedaron encantados. El 6 de agosto me encerré en esa capilla y basta el 29 de noviembre no salí de allí.
¿Cómo fue la vida dentro de este monasterio?
Una experiencia estupenda. He tenido mucho sosiego. Era una delicia el estar pintando y oírles cantar salmos.
Extraído de un articulo publicado en el Diario de Burgos 2002-03-10, escrito por Mónica Esteban, foto de Jesus J. Matias