Su obra encaja dentro de los preceptos de la figuración, aunque llenándola de sugerencias y de guiños a una realidad que se esconde tras lo aparente, demostrando su gran domino del dibujo, su delicadeza en el tratamiento del color, a la par que su capacidad para abrir puertas a lo inefable. Cuadros como Valencia' o 'Venecia al atardecer' testimonian de su capacidad para reflejar la poética del paisaje, pero es en el grupo de obras que podemos calificar de naturalezas muertas donde el género clásico del bodegón es transformado por él en algo novedoso y lleno de poesía y donde establece contrapuntos de gran lirismo entre el encuadre de fondo, que puede ser un rectangular de piedra con forma de ventana o un hueco entre dos columnas adosadas a un muro; en esos huecos e intersticios sitúa flores como hace en 'Flor de cerezo' o en 'Lirios de terraza'.
Cercano al hiperrealismo, por su tratamiento volumétrico del espacio y de las formas que parecen salirse del cuadro, plasma la realidad, con más precisión que el ojo, para resaltarla, demostran- do que la visión del artista, percibe que hay algo oculto y sutil tras esas formas nítidas y que "todo es diferente de como se nos aparece", como decía Howard Kanovitz, uno de los primeros hiperrealistas.
Así, Cándido profundiza en lo escondido y sus obras nos obligan a ir más allá de la percepción ordinaria, para descubrirnos espacios de belleza y exaltar la maravilla que trasciende de las cosas humildes: un pan, una rosa o unas uvas.
Extraído de una crítica de arte de Ánxeles Penas publicada en el Ideal Gallego 2025-03-15, fotografías de Ragfael Magán García.
Las pinturas hiperrealistas de Cándido Pérez Palma se reúnen en la misma galería. Pérez viaja por los rincones más hermosos que ofrecen las urbes buscando y hallando la belleza. Sus obras, realizadas con minuciosidad, se apoderan de la magia de cada momento.
Extraído de un articulo de la revista de las artes revisart Nº227 redactado por Sara Ferrer