Cándido Pérez realizó una talla en piedra artificial de San Vitores que se encuentra en la ermita del mismo nombre. En Oña pueden verse óleos suyos en la iglesia de San Juan y en el altar mayor de la iglesia abacial de San Salvador. Entre sus pinturas más conocidas se encuentran el Sagrario de la Capilla de Santa Tecla y El Cid, ambas situadas en la catedral de Burgos. En la localidad albaceteña de Hellín firmó unas impresionantes vidrieras.
En sus primeros tiempos, Pérez se dedicó a la pintura texturizada, la nueva figuración y el surrealismo pero hace veinte años abandonó todos los ‘ísmos’ y volvió a sus orígenes y a basar su arte en el dibujo, una faceta para el que el propio autor reconoce tener una habilidad innata.
En sus tiempos de juventud, cuando cursó estudios en Roma, hizo infinidad de retratos para turistas y también realizó decorados de cine para Cinecittà, «contratado a destajo», según recuerda. Cándido Pérez no lleva la cuenta del número de obras que habrá realizado desde los ocho años en que empezó a pintar pero sí recuerda que fue un jesuita de Oña quien le dio sus primeros óleos. La última obra que ha hecho ha sido el retrato del abad de San Pedro de Cardeña, por encargo. Para el artista, que reside en La Coruña desde 1986 Oña es como su Ítaca particular. «Es un anhelo y una esclavitud», señala. Según asegura, disfruta con su paisaje, su arte y su gente. «Domino la geografía de la zona, conozco los recovecos de todos los riscos y me gusta volver a ellos muchas veces en soledad», afirma.
Esctracto de un articulo del Diario de Burgos 2009-08-30 firmado por M.J.F.